Con lo primero que se encontró Freud al abordar las psiconeurosis, fue
con la insistencia del síntoma y su resistencia a ser disuadido por la labor de
interpretación buscando sus motivaciones inconscientes.
El trauma, poco a poco se iba imponiendo como la roca impermeable a la
interpretación: el deseo sexual inconsciente edípico demostró ser indestructible.
La tarea consistiría en traerlo a la conciencia y darle otro curso haciendo
evidente su imposibilidad.
Más tarde, Freud encuentra la repetición asociada a la figura del
analista, como repetición en la Transferencia, como resultado del traspaso de
la carga libidinal asociada a los primeros objetos de amor, volcada luego en los
objetos de la actualidad. De esta manera, todo amor va a intentar repetir el
primer amor.
Más profundamente, Freud llegó a vislumbrar que la insistencia, la
repetición, apuntaba a algo más estructural y primario: revivir la primera
vivencia de satisfacción, lograr la identidad de percepción entre el objeto
deseado y el hallado. Pero lo que puede recuperar un sujeto es sólo una huella,
el símbolo de una vivencia irrecuperable como vivencia (el símbolo demuestra no
ser la Cosa).
La búsqueda de esta vivencia causa el deseo pero su hallazgo inscribe
una pérdida, trae aparejada una decepción, una gran frustración y en
situaciones determinadas, puede desencadenar una catástrofe psíquica. La
angustia será su expresión más real, desde la angustia señal que permitirá
apelar a defensas para amortiguarla, hasta la angustia automática,
desorganizante de lo psíquico desencadenando pasajes al acto.
Lacán aporta un giro conceptual que profundiza este abordaje, ya
esbozado en Freud cuando escribe el “Más allá del principio de placer”.
Demuestra que la repetición es sólo un intento de repetición, dado que lo que
verdaderamente se repite es la repetición como fallida, fallando en la
posibilidad de recuperar esa vivencia de satisfacción completante, absoluta.
Esto no se le escapaba a Freud, dado que también él se encontró con que
una vez dilucidadas las relaciones edípicas de un sujeto, sus fijaciones de
goce pulsional, sus aspiraciones imposibles, sus frustraciones amorosas, había
algo que no cedía a la intervención de la cura. Una vez analizada la
transferencia en la figura del analista, dilucidado el infantilismo de la
sexualidad en el adulto, los pacientes se resistían a abandonar algunos de sus
síntomas, surgían otros nuevos o abandonaban el tratamiento cuando la
transferencia negativa escalaba a límites insostenibles para la prosecución de
la cura. El sufrimiento no cedía sus últimas moradas.
Es el momento en que Freud formula la pulsión de muerte: la repetición
del no-encuentro, de lo traumático. Ya que no puede haber una identidad de
percepción del placer total, ya que no se puede repetir ese placer añorado, la
apuesta de la pulsión se dirige a la insistencia del displacer, a hacer del
displacer un medio de goce.
El ser humano es finito, su placer tiene límites pero tiene apetito de
traspasarlos. Ese impulso, lleva a la repetición. Al mismo tiempo tiene ansia
de Ley, de límite, algo que frene, acote su impulso hacia el goce.
Lacán pone el acento en que el objeto al que se intenta recuperar y la
experiencia de goce que se desea revivir, es un imposible, es el objeto perdido
de la primera vivencia de satisfacción, es un agujero que padece la estructura
subjetiva por depender del lenguaje y el malentendido al que éste conduce, en
tanto es por allí por donde todo sujeto tiene que significar su propia
existencia y la del mundo que lo rodea.
No hay objeto original, primero, hay una falta de objeto que posibilita
el mundo de todos los objetos, de allí que a mayor repetición, más se hace
visible esa falta de objeto original, el que daría la satisfacción ansiada y
nos libraría de la castración. Más se presentifica el vacío de objeto que
desencadena la angustia Ese objeto que debe faltar para que haya objetos, se
vuelve el más buscado, el único y su falta es insoportable, al fallar la
operación de la castración que inscribe esa ausencia convirtiéndola en causa
del deseo.
Algo podemos hacer con esta compulsión que busca la repetición de lo
igual pero que encuentra la diferencia de forma traumática, dolorosa en
extremo. En las vueltas de la repetición, en cada reiteración significante del
relato en un análisis, se produce un desprendimiento de ese goce supuesto, una
inscripción de esa diferencia, atemperada y tolerable para el sujeto, siempre y
cuando el analista haga lugar a esa falta, es decir, el analista mismo pueda
asumirla de modo atemperado. Esa inscripción hace legible el trauma de la
pérdida.
Una analizante repite la vivencia de enamorarse de hombres muy
seductores y abandonantes, siendo la infidelidad un rasgo que los caracteriza.
Dice no poder evitarlo a pesar de reconocer que no es lo que siempre quiso para
su vida, que se da cuenta que esas relaciones la dañan y le traen sufrimiento.
Las asociaciones que se van encadenando permiten ver algunas de las condiciones
de goce subyacentes.
La insistencia en armar parejas tan frustrantes, se apoya en la fantasía
de que si ese hombre permaneciese junto a ella, “no necesitaría nada más, él cambiaría”. En esta frase, ella quiere
decir que él no necesitaría nada más pero vemos que también puede ser
adjudicada al sujeto de la enunciación que la representa a ella en ese momento.
Se expresa esa aspiración de localizar en ese hombre el objeto de todos sus
anhelos. Luego agrega que “no necesitaría
otra mujer” ya que junto a ella, sería distinto. Vemos que ella se puede
valorizar frente a hombres que no permanecen con ella lo que abre todo el tema
de su posición como mujer, como objeto de deseo y la “otra mujer” como imagen
especular que reforzaría su femineidad.
Más profundamente, surgen fantasías que trasportan un deseo
reivindicativo, dado que si él la elige y se queda con ella, logra triunfar
sobre todas las mujeres, las competidoras que hoy se lo roban. En su historia,
eran sus medio-hermanas, hijas de un matrimonio anterior de su padre, las que
según ella, le ganaban la partida y frente a las cuales se sentía en
inferioridad de condiciones.
La repetición de situaciones que conducen al dolor y el sufrimiento
psíquico, siempre se presentan como no deseadas por el propio sujeto. Podemos
decir, que son intentos de borrar el trauma mediante la repetición de lo
traumático, en un intento de que esta vez, va a ser diferente.
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