martes, 22 de mayo de 2012

Pinceladas sobre los conceptos de Inconsciente y Repetición. (Clase en Mar del Plata), por Yiya Zaffore




Haciendo un poco de historia del término inconsciente podemos decir que la existencia de una actividad psíquica más allá de la consciencia, desde tiempos muy remotos fue objeto de reflexión.

Desde la filosofía, Descartes con su teoría del dualismo cuerpo-mente  llevaba a hacer de la consciencia (del cogito) el lugar de la razón, que se oponía al universo de la sinrazón o pensamiento inconsciente, que aparecería luego como domesticado, integrándolo a la razón o rechazado a la locura.

A lo largo del siglo XIX, la filosofía alemana (Schelling, Nietzsche, Schopenhauer) tuvo una visión del inconsciente opuesta a la del racionalismo. Señaló el lado oscuro de la condición humana, enterrada en las profundidades del ser.

Freud no fue el primero en utilizar el concepto de inconsciente. Sin embargo él le asignó una significación diferente a todos los pensadores que lo precedieron. La concepción freudiana del inconsciente era inédita.
Recordemos que para la psiquiatría de entonces el psiquismo humano era la Conciencia.

Para Freud el inconsciente no era ni una “supraconciencia” ni un “subconsciente”, es decir no era algo situado ni sobre ni más allá de lo consciente. Lo concibe como una instancia que se revela en una serie de formaciones o contenidos inconscientes, como los sueños, los chistes, los lapsus, los síntomas, loas actos fallidos, los juegos de palabras… y tenía autonomía con respecto  al  pensamiento consciente.

El inconsciente freudiano es un concepto que demarca una tópica y una dinámica deducidas de la experiencia de la cura. Es un sistema psíquico cuyos contenidos poseen mecanismos específicos. Sistema regido por leyes y con una economía de energía que le es propia.

En un sentido descriptivo, podemos puntualizar dos tipos de inconsciente que se diferencian por su dinámica y por el devenir de sus contenidos: el inc. propiamente dicho  cuyos contenidos no tenían la posibilidad de acceder a la consciencia. Y otro tipo de inconsciente  cuyos contenidos sí pueden acceder al preconciente. Estos últimos de alguna manera “burlan”  la represión.

Dentro de la primera tópica freudiana el inconsciente designa uno de los tres sistemas psíquicos que constituyen el psiquismo: Consciente-Preconsciente e Inconsciente.

En gran parte  lo inconsciente en esta primera tópica está constituído por contenidos reprimidos a los que se les  obstaculiza el acceso a lo consciente, por la censura o represión.

Saben ustedes que para Freud  la idea de pulsión es un concepto límite entre lo somático y lo psíquico. Las pulsiones de la única manera que logran acceder al sistema preconsciente es a través de sus “representantes psíquicos”. Estos investidos con energía pulsional buscan abrirse paso  hacia la consciencia a través de las modalidades de  retorno de lo reprimido.

La formación de compromiso o también llamada transaccional es la forma que adopta lo reprimido para ser admitido en la conciencia, retornando en el síntoma, en el sueño y de un modo general en toda producción del inconsciente: las re                    presentaciones reprimidas  se hallan deformadas por la represión hasta resultar difíciles de reconocer. De este modo en la misma formación pueden satisfacerse (en un mismo compromiso) el deseo inconsciente y las exigencias defensivas.

Nos enseña el Psicoanálisis que el síntoma tiene un valor de verdad en tanto que es una formación del inconsciente, es un mensaje para descifrar ya que tiene la estructura de una metáfora solidificada.

El sufrimiento por el síntoma implica un goce ligado a un más allá del principio de placer. Este padecer es la satisfacción sustitutiva de un deseo libidinoso reprimido.

Para Lacan el síntoma implica un goce engañoso que se basta a sí mismo. Apela a una dimensión de acting-out, entendida como apelación al Otro.

Freud nos señaló que el síntoma tiene como base a la fantasía inconsciente y esta es el sostén del deseo.

En el inconsciente freudiano no rige el principio de contradicción y se sostiene en el proceso primario. El inconsciente está “fuera del tiempo”. El espacio-tiempo son características del proceso secundario, categorías que derivan del ejercicio de otra dimensión de nuestro psiquismo: la Conciencia.  En palabras de Freud –cito-: “Nuestra abstracta idea del tiempo parece más bien basada en el funcionamiento del sistema percepción-conciencia y correspondiente a una autopercepción del mismo”.

La cura analítica nos revela que como señaló Freud  la vida psíquica está “saturada de pensamientos eficientes, aunque inconscientes, y que de éstos emanan los síntomas”.

Ahora recordemos que uno de los primeros modelos teóricos freudianos define al aparato psíquico como una sucesión de inscripciones de signos. Las representaciones inconscientes se hallan ordenadas en forma de fantasías, guiones imaginarios a los que la pulsión se fija, y que pueden comprenderse como genuinas escenificaciones del deseo.

La gran mayoría de los textos freudianos  anteriores a la segunda tópica (Yo-Ello- y S.Yo) asimilan lo inconciente a lo reprimido. De todos modos aún en la primera tópica, hay autores que le reservan un lugar a contenidos  que no pertenecen a la historia individual del sujeto, sino que son de origen filogenético y que constituirían el “núcleo del inconsciente.”

Esta idea se articula con la noción de fantasías originarias (Seducción, escena primaria, castración…) como esquemas preindividuales resignificados en las experiencias sexuales infantiles…

Según Freud es la represión infantil la que da lugar a la primera escisión entre el inconsciente y el  sistema Pcs-Cs.

Sabemos que para Freud el sueño es la “vía regia” al inconsciente. Los mecanismos de desplazamiento, condensación, simbolismo deducidos del sueño en su obra de 1900 “La interpretación…” son constitutivos del proceso primario y los volvemos a encontrar en otras formaciones del inconsciente como las equivocaciones orales, los actos fallidos, etc… que son equivalentes a los síntomas por su estructura de compromiso y por la función de cumplimiento de deseo.

¿Cuáles son los caracteres específicos del inconsciente como sistema?

Hay proceso primario con movilidad de las catexis, y energía libre; ausencia de negación, de duda; indiferencia a la realidad y regulación por el solo principio del placer-displacer.

El inconsciente freudiano es dinámico, Freud hizo mucho hincapié en esto. Por eso es preciso ver en las distinciones tópicas un medio para explicar el conflicto, las resistencias y la repetición.

A partir del trabajo “Más allá del…” (1920) se marca una bisagra en la teoría psicoanalítica. Se introducen modificaciones y distinciones tópicas que ya no coinciden con las de C-Preconsc e Inc. y hablamos de Ello-Yo y SYo.

En el Ello reaparecen características bastante similares a las del Inconsciente de la 1ª. Tópica. Mientras que al Yo y al Super Yo se les reconoce también un aspecto inconsciente.

¿Cuáles serían algunas de las diferencias entre el Inconsciente y el Ello?

El Ello constituye el polo pulsional; sus contenidos, expresión psíquica de las pulsiones, son inconscientes. Estos contenidos son en parte estructurales (hereditarios) y en parte reprimidos (adquiridos). Desde el punto de vista económico es el reservorio primario de la energía psíquica; desde el punto de vista dinámico, entra en conflicto con el Yo y el Super-Yo que desde un punto de vista genético, son diferenciaciones del Ello.

El Inconsciente de la primera tópica coincide con lo reprimido. En “El yo y el ello” Freud dice que la instancia represora (el yo) y sus mecanismos defensivos son igualmente en una gran parte inconscientes.   

La reestructuración de la teoría de las pulsiones y como va evolucionando el concepto del Yo implican otra diferencia. El conflicto neurótico fue definido en un principio como la oposición entre pulsiones sexuales y pulsiones del yo, estas con un papel central en la motivación de la defensa. A partir de 1920 las pulsiones del yo van perdiendo autonomía y van quedando absorbidas por una nueva conceptualización: pulsiones de vida y pulsiones de muerte.

El yo no se va a caracterizar por una energía pulsional particular, sino que la instancia del Ello incluirá desde el vamos a los dos tipos de pulsiones: de vida y de muerte.

La instancia contra la cual se ejerce la defensa ya no se define como el polo inconsciente sino como el polo pulsional.

En este sentido, el Ello es “el gran reservorio de la libido” y de un modo más general de la energía pulsional.

Freud al referirse al Ello repite la mayoría de las propiedades  que caracterizaban el sistema inconsciente y que representan un modo positivo y original de organización: funcionamiento según el proceso primario, organización compleja, estratificación de las pulsiones.

Las “mociones pulsionales contradictorias coexisten, sin suprimirse ni excluirse mutuamente”.


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