Haciendo un poco de
historia del término inconsciente podemos decir que la
existencia de una actividad psíquica más allá de la consciencia, desde tiempos
muy remotos fue objeto de reflexión.
Desde la filosofía,
Descartes con su teoría del dualismo cuerpo-mente llevaba a hacer de la consciencia (del cogito) el lugar de
la razón, que se oponía al universo de la sinrazón o pensamiento inconsciente, que aparecería luego como domesticado,
integrándolo a la razón o rechazado a la locura.
A lo largo del
siglo XIX, la filosofía alemana (Schelling, Nietzsche, Schopenhauer) tuvo una
visión del inconsciente opuesta a la del racionalismo. Señaló el lado oscuro de
la condición humana, enterrada en las profundidades del ser.
Freud no fue el
primero en utilizar el concepto de inconsciente. Sin embargo él le asignó una
significación diferente a todos los pensadores que lo precedieron. La concepción freudiana del inconsciente era inédita.
Recordemos que para
la psiquiatría de entonces el psiquismo humano era la Conciencia.
Para Freud el
inconsciente no era ni una “supraconciencia” ni un “subconsciente”, es decir no
era algo situado ni sobre ni más allá
de lo consciente. Lo concibe como una instancia que se revela en una serie de
formaciones o contenidos inconscientes, como los sueños, los chistes, los
lapsus, los síntomas, loas actos fallidos, los juegos de palabras… y tenía
autonomía con respecto al pensamiento consciente.
El inconsciente
freudiano es un concepto que demarca una tópica
y una dinámica deducidas de la experiencia de la cura. Es un sistema
psíquico cuyos contenidos poseen mecanismos específicos. Sistema regido por
leyes y con una economía de energía que le es propia.
En un sentido descriptivo, podemos puntualizar dos tipos
de inconsciente que se diferencian por su dinámica y por el devenir de sus
contenidos: el inc. propiamente dicho
cuyos contenidos no tenían la posibilidad de acceder a la
consciencia. Y otro tipo de inconsciente cuyos contenidos sí pueden acceder al
preconciente. Estos últimos de alguna manera “burlan” la represión.
Dentro de la primera tópica freudiana el
inconsciente designa uno de los tres sistemas psíquicos que constituyen el
psiquismo: Consciente-Preconsciente e Inconsciente.
En gran parte lo inconsciente en esta primera tópica
está constituído por contenidos
reprimidos a los que se les obstaculiza
el acceso a lo consciente, por la censura o represión.
Saben ustedes que
para Freud la idea de pulsión es un concepto límite entre lo
somático y lo psíquico. Las pulsiones de la única manera que logran acceder al
sistema preconsciente es a través de sus “representantes
psíquicos”. Estos investidos con energía pulsional buscan abrirse paso hacia la consciencia a través de las
modalidades de retorno de lo reprimido.
La formación de compromiso o también llamada
transaccional es la forma que adopta lo reprimido para ser admitido en la conciencia, retornando
en el síntoma, en el sueño y de un modo general en toda producción del
inconsciente: las re
presentaciones reprimidas
se hallan deformadas por la represión hasta resultar difíciles de
reconocer. De este modo en la misma formación pueden satisfacerse (en un mismo
compromiso) el deseo inconsciente y las
exigencias defensivas.
Nos enseña el
Psicoanálisis que el síntoma tiene un valor de verdad en tanto que es una
formación del inconsciente, es un mensaje para descifrar ya que tiene la
estructura de una metáfora solidificada.
El sufrimiento
por el síntoma implica un goce ligado
a un más allá del principio de placer. Este padecer es la satisfacción
sustitutiva de un deseo libidinoso reprimido.
Para Lacan el
síntoma implica un goce engañoso que se basta a sí mismo. Apela a una dimensión
de acting-out, entendida como apelación al Otro.
Freud nos señaló
que el síntoma tiene como base a la fantasía inconsciente y esta es el sostén
del deseo.
En el inconsciente
freudiano no rige el principio de contradicción y se sostiene en el proceso
primario. El inconsciente está “fuera del tiempo”. El espacio-tiempo son
características del proceso secundario, categorías que derivan del ejercicio de
otra dimensión de nuestro psiquismo: la Conciencia. En palabras de Freud –cito-: “Nuestra abstracta idea del
tiempo parece más bien basada en el funcionamiento del sistema
percepción-conciencia y correspondiente a una autopercepción del mismo”.
La cura analítica
nos revela que como señaló Freud
la vida psíquica está “saturada de pensamientos
eficientes, aunque inconscientes, y que de éstos emanan los síntomas”.
Ahora recordemos
que uno de los primeros modelos teóricos freudianos define al aparato psíquico
como una sucesión de inscripciones de
signos. Las representaciones inconscientes se hallan ordenadas en forma de fantasías, guiones imaginarios a los
que la pulsión se fija, y que pueden comprenderse como genuinas
escenificaciones del deseo.
La gran mayoría de
los textos freudianos anteriores a
la segunda tópica (Yo-Ello- y S.Yo) asimilan
lo inconciente a lo reprimido. De todos modos aún en la primera tópica, hay
autores que le reservan un lugar a contenidos que no pertenecen a la historia individual del sujeto, sino
que son de origen filogenético y que constituirían el “núcleo del
inconsciente.”
Esta idea se
articula con la noción de fantasías
originarias (Seducción, escena primaria, castración…) como esquemas
preindividuales resignificados en las experiencias sexuales infantiles…
Según Freud es la represión infantil la que da lugar a la
primera escisión entre el inconsciente y el sistema Pcs-Cs.
Sabemos que para
Freud el sueño es la “vía regia” al inconsciente. Los mecanismos de
desplazamiento, condensación, simbolismo deducidos del sueño en su obra de 1900
“La interpretación…” son constitutivos del proceso primario y los volvemos a
encontrar en otras formaciones del inconsciente como las equivocaciones orales,
los actos fallidos, etc… que son equivalentes a los síntomas por su estructura
de compromiso y por la función de cumplimiento de deseo.
¿Cuáles son los caracteres específicos del inconsciente
como sistema?
Hay proceso
primario con movilidad de las catexis, y energía libre; ausencia de negación,
de duda; indiferencia a la realidad y regulación por el solo principio del
placer-displacer.
El inconsciente
freudiano es dinámico, Freud hizo
mucho hincapié en esto. Por eso es preciso ver en las distinciones tópicas un medio para explicar el conflicto, las resistencias y la repetición.
A partir del
trabajo “Más allá del…” (1920) se marca una bisagra en la teoría
psicoanalítica. Se introducen modificaciones y distinciones tópicas que ya no
coinciden con las de C-Preconsc e Inc. y hablamos de Ello-Yo y SYo.
En el Ello
reaparecen características bastante similares a las del Inconsciente de la 1ª.
Tópica. Mientras que al Yo y al Super Yo se les reconoce también un aspecto
inconsciente.
¿Cuáles serían algunas de las diferencias entre el
Inconsciente y el Ello?
El Ello constituye el polo pulsional; sus contenidos, expresión psíquica de las pulsiones, son
inconscientes. Estos contenidos son en parte estructurales (hereditarios) y en
parte reprimidos (adquiridos). Desde el
punto de vista económico es el reservorio primario de la energía psíquica;
desde el punto de vista dinámico,
entra en conflicto con el Yo y el Super-Yo que desde un punto de vista genético, son diferenciaciones
del Ello.
El Inconsciente de la primera
tópica coincide con lo reprimido. En
“El yo y el ello” Freud dice que la instancia
represora (el yo) y sus mecanismos defensivos son igualmente en una gran parte inconscientes.
La reestructuración
de la teoría de las pulsiones y como va evolucionando el concepto del Yo
implican otra diferencia. El conflicto neurótico fue definido en un principio
como la oposición entre pulsiones sexuales
y pulsiones del yo, estas con un papel central en la motivación de la
defensa. A partir de 1920 las pulsiones del yo van perdiendo autonomía y van quedando
absorbidas por una nueva conceptualización:
pulsiones de vida y pulsiones de muerte.
El yo no se va a caracterizar por una
energía pulsional particular, sino que la instancia del Ello incluirá desde el
vamos a los dos tipos de pulsiones: de vida y de muerte.
La instancia contra
la cual se ejerce la defensa ya no se define como el polo inconsciente sino como el polo pulsional.
En este sentido, el
Ello es “el gran reservorio de la libido” y de un modo más general de la
energía pulsional.
Freud al referirse
al Ello repite la mayoría de las propiedades que caracterizaban el sistema inconsciente y que representan
un modo positivo y original de organización:
funcionamiento según el proceso primario, organización compleja,
estratificación de las pulsiones.
Las “mociones
pulsionales contradictorias coexisten, sin suprimirse ni excluirse mutuamente”.
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