Lic. Yiya Amado de Zaffore
En este trabajo freudiano de 1913 se puntualizan diferentes conceptos sobre la iniciación del tratamiento, la cuestión de las primeras comunicaciones y la dinámica de la cura.
En este trabajo freudiano de 1913 se puntualizan diferentes conceptos sobre la iniciación del tratamiento, la cuestión de las primeras comunicaciones y la dinámica de la cura.
Es un trabajo de
técnica, y en las palabras de su autor “son
más consejos que reglas obligatorias.” Me parece importante para nuestra
clínica refrescar los escritos técnicos freudianos y poder interrogarlos desde
la actualidad.
Freud comienza el
escrito con la metáfora del juego de ajedrez para ejemplificar lo que ocurre en
la práctica, con el tratamiento psicoanalítico. Nos dice que solo resisten una descripción
sistemàtica y exhaustiva las “aperturas” y los “finales”, es decir que hay un
juego medio, complejo, rico, impredecible… Es por esto, que se opone a la “mecanización de la técnica”.
¿Existe una técnica
psicoanalítica, o cada analista opera con un conjunto de pautas que variarán de
acuerdo a la particularidad de cada tratamiento “lo más acorde posible a las reglas del arte” como lo dice
Freud en “Consejos al médico”. Pensar una única técnica ¿no iría en contra del
caso por caso, de la búsqueda de la singularidad que es el motor del análisis?
Nos habla luego de
una “puesta a prueba” o de un ensayo
previo al tratamiento analitico, que nos ayudará a determinar si el paciente es
o no apto para el análisis. Freud
concibió el método analítico para las neurosis (histeria y n.obsesiva) No lo
pensaba apto para las parafrenias, ni para las psicosis en general.
Este tiempo de
prueba pareciera tener una cierta motivación
diagnóstica. Entonces surge
una pregunta: ¿Podemos hablar de diagnóstico en psicoanálisis?
Pregunta que la dejo en suspenso para retomar cuando hablemos de las entrevistas preliminares (concepto
lacaniano) que entiendo es similar
al de “puesta a prueba” (freudiano)
Volvamos a la
Iniciación: Desaconseja para el logro de la cura, la familiaridad con el
paciente o sus allegados. Esto sería obstáculo para el vencimiento de las
resistencias internas del analizado, resistencias
por la represión que son las que sostienen la neurosis.
Señala también las
intensas resistencias que puede tener el analista cuando está en su propio
análisis, lo que muestra que la neurosis caló más profundo que su formación
como analista. Por eso la importancia
del análisis del analista. Recordemos que para Lacan la resistencia más significativa en el análisis, es del analista.
Sigue Freud
diciendo que en verdad la confianza o desconfianza del analizante para la
evolución del tratamiento, cuenta menos que las resistencias. La desconfianza
es un síntoma a tratar en transferencia como los demás.
Hace referencia a
dos temas frecuentemente
conflictivos en los tratamientos analíticos: el tiempo y el dinero.
Con respecto al tiempo, es frecuente la pregunta ¿Cuánto durará el
tratamiento? Resulta imposible determinar de antemano su duración.
Por los dichos
freudianos no pareciera determinante el tiempo de duración de la sesión, ya que
habla de una hora, pero también de pacientes que necesitan más tiempo, ya que recién
en la primera hora pueden “desentumecerse”… Es posible entonces concebir
una sesión más corta…
Cuando aparece una
enfermedad orgánica prolongada aconseja interrumpir el tratamiento analítico.
Nos podemos preguntar si el sostener la
circulación de la palabra en transferencia, y desplegar las fantasías sobre la enfermedad, no puede aliviar la patología orgánica…
Con respecto al
dinero aconseja que responda
económicamente de la hora de sesión aunque no la utilice. Hoy pareciera que esto ha cambiado, ya que son muchos los
analistas que cobran sesión por sesión y únicamente las dadas. ¿Cómo incide esta situación en los
tratamientos? ¿Aumentarán o no las resistencias en estas condiciones?
Orientando una posición ética,
dice que estamos obligados como
analistas a hablar con el paciente del trabajo prolongado que lleva la terapia
y del esfuerzo trabajoso que implica. Respetar el deseo y la decisión del
paciente, cuando quiere dejar el análisis, que no implica que nosotros como
analistas no señalemos la conveniencia de su continuación si lo pensáramos
necesario.
Señala que algunas
veces los pacientes describen sus males como “intolerables” algunos y
“secundarios” otros. Pidiendo tratar en especial alguno de ellos. Es decir
sobreestiman el poder electivo del psicoanálisis, lo que es erróneo. Ya
que el análisis es un proceso que una vez que comienza, sigue su propio camino
y no admite que se le prescriban “ni
su dirección ni la secuencia de los puntos que acometerá” (p.132)
Sostiene también la
necesidad de que el analista hable sobre
el tema del dinero “sin falso pudor”.
Ya que en la valoración monetaria coparticipan intensos factores sexuales. Es
decir que se tratan los asuntos de dinero de forma similar que las cosas
sexuales: con mojigatería e hipocresía. (p.132)
No es partidario de los análisis gratuitos ya que es una situación -que en su experiencia- intensificó algunas de las resistencias
del neurótico.
En cuanto al ceremonial de las sesiones, señala las ventajas de la posición de divàn y la importancia de
enunciar con claridad la regla fundamental: Diga todo lo que venga a su cabeza,
sin omitir nada, aunque le parezca algo nimio.
Marca distintas
actitudes de los pacientes: como aquellos que preparan previamente los temas
que tratarán en sesión, o que deciden mantener en secreto su terapia, todos
síntomas que de alguna manera se escenificarán en la transferencia.
Con respecto a los
señalamientos o interpretaciones nos muestra algo llamativo: que cuanto más
acertadas sean, más fuerte será la resistencia. Trae una frase que me parece una
perla: “No hay en la vida nada más costoso que la enfermedad y…la estupidez”
(pág.134)
Dice que la interpretación llegará adecuadamente
cuando el paciente está próximo a descubrir la solución de su síntoma por sí
mismo. Este es un punto que me parece importante: el saber le pertenece al inconsciente del sujeto. Obviamente no se
refiere a un saber en cuanto conocimiento intelectual sino al saber
inconsciente, a esa verdad subjetiva donde el deseo se juega.
Agrega que el primer motor de la terapia está en las dolencias que sufre el neurótico y en
el deseo de curación. Podemos decir que esto se hace posible por la transferencia herramienta esencial para
poder desarrollar el trabajo analítico.
Entrevistas preliminares.
Nos quedó pendiente
una pregunta sobre el diagnóstico en psicoanálisis.
Pienso que como
psicoanalistas si hablamos de diagnóstico nos referimos a un diagnóstico del sujeto producido en
transferencia, y que da cuenta de la posición del sujeto. Vemos que es un
concepto que se aleja de la perspectiva de reducir al sujeto a un objeto de
estudio. Por ejemplo cuando Freud
nos habla de neurosis de transferencia y
las diferencia de las narcisistas.
Determina una clasificación que tiene en cuenta las condiciones y
mecanismos de su producción en tanto que la dirección al Otro es diferente y
por lo tanto las posibilidades de la cura.
Es decir hablar de
diagnóstico psicoanalítico supone la transferencia, ponderando lo que en la
experiencia psicoanalítica se produce. Y
es la posibilidad que tiene el neurótico de transferir lo que hace posible una cura analítica.
Cuando Lacan se interroga sobre la psicosis, caracteriza prolijamente la
estructura psicótica y su particular relación al significante, lo que permite
situar las diferentes estructuras
clínicas como posiciones –localizables en la transferencia- donde el sujeto
responde de diferentes maneras al encuentro con lo real.
Las “entrevistas preliminares”
como expresión lacaniana corresponde en Freud al tratamiento de ensayo o
“puesta a prueba”. Para Lacan no hay
entrada en análisis sin el pasaje por ellas. Es un tiempo previo al posible comienzo de un análisis.
Una persona llega
al consultorio de un analista porque algo la aqueja, porque sufre por algo.
Nos preguntamos ¿alcanza con que un paciente llegue
pidiendo análisis para que un analista se lo proponga sin más? ¿De qué se trata la demanda de análisis?
Desde una mirada
lacaniana entre la queja preliminar
que el paciente trae y la entrada en
análisis se da una discontinuidad. ¿Por qué? Porque que el paciente quiera
el alivio del sufrimiento que lo aqueja no es garantía de que quiera renunciar
a su goce.
De todos modos es
posible pensar que si acude a un analista es porque algo que en su vida
funcionaba dejó de hacerlo, y supone que el analista sabe lo que le pasa.
Vemos que desde el inicio se juega algo del orden del
saber.
Pareciera que una de las funciones de las entrevistas
preliminares es que desde la posición del analista se pueda conmover el saber
que el sujeto trae, para hacer posible la entrada en análisis.
Para que un pedido
o demanda de alivio sea una demanda de análisis es necesario que se introduzca una pregunta, un enigma para el
sujeto, con lo que produce una demanda al saber a través de la
transferencia.
La demanda inicial podemos decir que es una demanda de
significación: Dígame Ud. lo que me pasa. De este
lugar de “demandado” tiene que ser cuidadoso el analista, porque si satisface
la demanda, obtura la posibilidad del advenimiento del sujeto deseante. Me
parece que una de las funciones de estas
entrevistas es provocar la reformulación de la demanda inicial.
Es así que la demanda de análisis es un producto de la
oferta de escucha del analista, quien con su deseo de analista causa el deseo del paciente.
Establecida la
demanda de análisis, frente al enigma de su síntoma el sujeto se responsabiliza
en la búsqueda de un sentido que laboriosamente lo acerca a la verdad del
mismo.
En este tiempo
preliminar el analista intenta descubrir que relación establece el sujeto con
sus síntomas. ¿Cuál es el motivo de consulta? ¿Qué es lo que demanda?
El analista realiza una intervención o maniobra de
“rectificación subjetiva” que le permita a la persona un movimiento que lo
implique en su síntoma, y que el analista verificará si se produjo, en el a posteriori del relato.
El terapeuta a
través de su escucha intenta percibir que cosas de la estructura de ese sujeto
se expresa en su relato, desde qué lugar se dirige al Otro, desde donde nacen
sus demandas en relación con lo que está viviendo.
¿Puede el analista
en estas entrevistas no aceptar la demanda? Podría hacerlo, pero es un tema delicado. Supone una
cuestión ética.
Aunque pienso que en
la teoría lacaniana son dos momentos diferentes bien demarcados los de las entrevistas
preliminares y el análisis propiamente dicho, creo que en la práctica se hace
más compleja la delimitación… quizás porque en los dos momentos se juega la
asociación libre y la atención parejamente flotante…
Bibliografía: Braunstein Néstor
(1980) “Psiquiatría, teoría del sujeto, psicoanálisis (hacia Lacan)”, Ed. Siglo
XXI.
Freud S. : (1904,1903) “El método psicoanalítico de Freud”. Ed.Amor., T.VII.
(1912)
“Consejos al médico”, Ed. Amorrortu T.XII.
(1913) “Sobre la
iniciación del tratamiento” idem.
(1912) “Sobre la dinámica de la transferencia” idem.
Lacan J. (1955) en
Escritos 1, “Variantes de la cura tipo”, Ed.Siglo XXI.
Miller J.A. (1981) “Conferencia de Bruselas: Problemas Clínicos para el
psicoanálisis” en Recorrido de Lacan, Ed.Manantial, 1984.
Nasio JD: “Cómo trabaja un psicoanalista” Ed.Paidós, 1996.
Un trabajo muy bien puntuado.
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