domingo, 12 de agosto de 2012

Un recorrido del amor..., por Galdys Lepek, en la jornada del 11 de agosto



 
Podemos ubicar que desde los primeros desarrollos de Freud en la neurosis, plantea un conflicto entre el Narcisismo y el deseo.
Una división irreductible, entonces entre el amor, si lo relacionamos con el narcisismo, y el goce sexual.
Esta división hace cabalgar a la vida amorosa en una lógica de escisión : si se ama no se desea, si se desea no se ama.
Con Introducción del narcisismo intentará encontrar una resolución a esta  disyunción. Hablará de la dimensión narcisista del amor.
Este es el recorrido elegí para compartir con uds. Hoy.
Voy a tomar : “Introducción del narcisismo” y los desarrollos acerca del amor en Psicología de las masas y análisis del yo”

EL AMOR ENFERMEDAD

Voy a leer un párrafo de “Introducción del narcisismo” cuando sitúa Freud al amor como enfermedad, dice:
“Un fuerte egoísmo preserva de enfermar, pero al final uno tiene que empezar a amar para no caer enfermo, y por fuerza enfermará si a consecuencia de una frustración no puede amar”
En esta cita se puede leer una serie:
El egoísmo preserva del amor –
amar permite escapar al destino trágico de Narciso –
En la dirección al objeto, éste será rehusado por su condición.
Una lectura posible de esta cita , nos lleva al tiempo de la Versagung: no es acaso un amor rehusado el que condena al neurótico a una enfermedad que ignora?.
Momento inaugural en que se abre la dimensión del fundamento del amor, como un amor reprimido.
El neurótico entonces, está enfermo de un amor que ignora.
En la pasión se ama como un enfermo.
Por este camino llegamos a:

LA DIMENSION NARCISISTA DEL AMOR

Podemos decir que Freud no habla puntualmente de la pasión.
Habla de enamoramiento , como un desborde de la libido yoica sobre el objeto.
Dirá que tiene la virtud de cancelar represiones y de restablecer perversiones. Así puede leerse en el enamoramiento una lógica entre la transgresión y un “sin bordes” en el “éxtasis amoroso”.
Freud habla de éxtasis amoroso, en una nota al pie en Schreber , éxtasis como punto de cruce entre la pasión y la locura.
En esa nota , citando a Tristán e Isolda de Wagner,  habla de un  “sepultamiento del mundo” en el que se funden los amantes. Para quien ama,  el objeto absorbe todas las investiduras del mundo externo.
Ellos se aman y la poción que beben parece,  dar cuenta, que cuando el amor y la muerte   quedan unidos, se presentifica,  un sin límites.
La poción que toman los amantes tiene un empuje mucho más intenso que la prohibición del incesto.
Esta cita nos lleva por el desfiladero de esa “masa de dos”,  metáfora que Freud recrea para dar cuenta del  enamoramiento como un estado de hipnosis. En el apartado: “Enamoramiento e hipnosis” de Psicología de las masas y análisis del yo.
Idealización, fascinación y servidumbre son las marcas de un enamoramiento que excluye “toda satisfacción sexual”.    
El objeto amado ocupa el mismo lugar que el hipnotizador, el lugar del Ideal del yo. Los enamorados arman una comunión , una “multitud de dos”.

Es interesante retomar la referencia que hace Lacan en el Seminario XI respecto de la identificación en la constitución de la masa en especial.  
Para Lacan “la hipnosis no es un buen objeto de comparación para la formación de masa, porque es idéntica”.
La naturaleza de la hipnosis se juega    en la superposición del ideal y del objeto a. Un eclipse entre el objeto y el ideal.
Entonces si el abandono de la hipnosis abrió paso al psicoanálisis, recordemos que para Lacan es en la distancia entre el Ideal y el objeto a, lo que define la dirección de la cura.

EL AMOR AL SABER
El amor se liga al saber.

Del apéndice de Psicología de las masas voy a tomar una cita al pie de Freud muy interesante de la obra de  Moliere en “Las mujeres sabias”:
El texto dice: ¡Qué el señor sabe griego? ¡Ah señor, conceded la gracia de que se os abrace por amor al griego!
El neurótico, como las mujeres sabias, intentará abrazar al analista por amor
al saber  que le supone.   
Asi, el hablar en la transferencia lleva inevitablemente al amor.
Me pareció interesante recordarles de la correspondencia de Freud con Jung, el tramo de una carta cuando le escribe: …”ser calumniado y quemarse en el fuego del amor con el cual trabajamos, son los riesgos del oficio…” [1]
Es interesante retomar acá cómo pone a trabajar la transferencia Lacan.
La transferencia  se sostiene en dos caras: en la suposición de saber y  el amor consecuente ; y la otra cara: en la suposición de deseo como motor de la demanda. Es el deseo del analista como pura diferencia y no su saber, el que da garantía a su práctica.

Entonces, en la cara al saber, la transferencia se sostiene en una suposición que  a la vez se vuelve obstáculo.
Lacan da un paso en más y afirma en contraposición a Freud: el saber no despierta deseo. El saber despierta amor.
Un amor que hace existir al Otro, al que el neurótico dirigirá su demanda de ser amado.
Decimos que el amor de transferencia hace obstáculo.
A qué?  Al  trabajo del inconciente,  hace fracasar la emergencia del deseo.
Superposición del ideal y el objeto. Cierre a toda posibilidad de apertura del inconciente. Camino que conduce a un sin salida.
Cuál?  Que el saber toma existencia. Se vuelve posible  el saber como un todo. El todo se vuelve posible
 A esta altura cabe la pregunta: el amor al saber no alimenta acaso la pasión por la ignorancia?


LAS PASIONES DE AMOR Y ODIO
Una pequeña viñeta

Hace muchos años, un hombre de unos sesenta me es derivado con una doble advertencia, circuló por los consultorios  de destacados analistas de los años 70 y es insoportable.
Quien me lo deriva para redoblar la puesta, agrega una más, que estuviese atenta;  sus dos últimos tratamientos fracasaron cuando ambas analistas se embarazaron.
A la primera entrevista llega puntualmente.
Diez minutos antes se produjo un corte de luz. Mi consultorio estaba en un piso 23. Lo espero en la puerta. Llega, le comunico la situación.
Enojado me grita: cómo puede ser? Estoy acá y no me va a atender!
(Obviamente no era un paciente como para atender en una urgencia en el bar de la esquina)
Le explico que la situación me tomó de sorpresa como a él. Se calma y combinamos otro horario.
A partir de la primera concurrirá puntualmente.
Llega a la consulta luego de tener que enfrentarse con un diagnóstico que le acercaba el horizonte de un  final. 
Oscilaba entre fuertes crisis de angustia y eclosiones de intensa irritabilidad.  Debo reconocer que en más de una ocasión cierto temor me sobresaltó.
Sus relatos monótonos discurrían en recuerdos de una infancia teñida de maltratos por parte de una madre austera y fría y un padre que lo castigaba obligándolo cotidianamente a arrodillarse sobre maíz .
Era un marino mercante que había pasado casi 40 años de su vida en altamar.
Los días en tierra se le volvían insoportables, los lugares se familiares eran  inquietantes y  la vecindad le era intolerable.
Su vínculo más duradero fue un tratamiento de veinte años con un psicoanalista y luthier, del cual conservaba un muy buen recuerdo.
En cada entrevista, sentado de frente, me miraba atentamente, escrutando cada movimiento, podría decir cada movimiento de los músculos de mi cara.
Oiga! Ud. Me está escuchando?. A ud. no le importa lo que le cuento.
Su relato monótono se alternaba con afirmaciones de mi decidido desinterés.
Atento a los minutos exactos de cada sesión que incluían también el conteo del   tiempo de los 23 pisos por ascensor.
A poco de andar me embarazo. Al descubrirlo me interroga: Oiga!, (nunca me nombraba), ud. no estará embarazada, no?
Si, y?
¡Cómo se le ocurre! Otra vez! Son todas iguales!!Se embarazan, ud. no me va a escuchar más. Yo a ud. no le importo!. No me quiere, cómo voy a hacer!
Me va a decir lo que me dijeron las otras?.
Me va a interpretar que me molesta el embarazo suyo. Que rivalizo con los bebes. No, no lo soporto. Me voy de acá.
A esta altura la situación se había vuelto embarazosa. Mientras los escuchaba, me preguntaba: cómo intervenir para no quedar encinta?
Se me ocurre decirle: Si ud. Quiere partir puede hacerlo, yo estoy dispuesta a trabajar con ud. El embarazo es un acontecimiento de mi vida personal, yo puedo seguir trabajando con ud.
Me responde, oiga esa panza va a crecer, se agarra la cabeza, otra vez lo mismo! La odio, llora, a ud. no le importa nada.
Lo interrumpo y nuevamente le digo: Yo trabajo con ud. Y estoy dispuesta a seguir haciéndolo, y ud?
Se calma, y me responde con una pregunta: cuánto tiempo no va a estar?
 Decidí responder: en principio estimo suspender por 40 días. Cuando estemos cercanos a la fecha de la licencia, lo volvemos a hablar.
Este hombre continuó. Sostuve a cada demanda de amor  o vociferación de su odio, la misma estrategia: yo estoy dispuesta a trabajar con ud.
Interrumpimos las sesiones en el tiempo establecido y al dia 40, el timbre del te se  escuchó:  Oiga cuando me va a atender? Puede ser en mi día ?
Acorde el mismo día y horario y continué sosteniendo la misma  estrategia.

 La intención de traer esta viñeta al presente, después de tantos años, me permitió con más recorrido que 20 años atrás, poner a trabajar una pregunta.
Cuál fue el efecto de esa intervención, que se me ocurrió llamar estrategia.
Este hombre de entrada puso en juego la pasión.
Diría que fundamentalmente, la del odio.  Si como plantea Lacan en La dirección de la cura,  las pasiones del ser, amor y odio se desplegarán en la transferencia.
La pasión de amor como pasión imaginaria en este caso, se puede leer como la  demanda de presencia  permanente al punto de demandar la inmovilidad del otro que se le vuelve un Otro consistente y  asfixiante.
Punto de viraje al odio, en tanto aparece cualquier alteridad.  Emergencia de lo no especular .
Si el amor demanda el Uno, el odio aparece cuando el campo especular , la imagen ,no devuelve una investidura completa.
La ilusión de la totalidad, cae. La emergencia del odio marca que no hay un Uno.
Volviendo a este paciente, podemos leer la pasión  amor – odio como recurso ante el desamparo?  de un Dios padre que lo rechazó y lo condenó al eterno exilio en altamar, como extranjero en su ciudad?






[1] Cartas de Freud a Jung, carta del 9 de marzo de 1909

1 comentario:

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