viernes, 15 de julio de 2011

Breve presentación de los tres registros de Simbólico, Imaginario y Real en relación a las estructuras psicopatológicas por José Milmaniene



Un factor teórico de importancia que incidió en cierta reticencia inicial para aceptar la teoría de Lacan, es que éste reformula la  clásica metapsicología freudiana (Freud, 1923) de las tres instancias psíquicas Yo-Superyo-Ello, al  proponer  la fecunda  categorización de los tres registros de  Simbólico,  Imaginario y  Real.
Así el “nuevo acto psíquico” que Freud enuncia en Introducción del narcisismo (1914)  y que  sitúa entre el autoerotismo y el  narcisismo,  es descripto por Lacan como el “estadio del espejo”, fundamento  del orden Imaginario y del Yo.
El  Yo se constituye como producto de la alienación en su propia imagen especular, reflejada por la mirada materna, de modo tal que este registro permite dar cuenta  de todos los fenómenos clínicos ligados a la  agresividad, a las proyecciones y retornos paranoides, a los fenómenos del doble , al transitivismo , al fetichismo de las imágenes , a las enajenaciones narcisistas en la pura forma, a las manifestaciones regresivas propias de las psicosis - los signos del espejo-, a los trastornos de la imagen corporal , a la fascinación patológica que procuran los enamoramientos pasionales ,a las fantasmagorías terroríficas del cuerpo fragmentado,  al tratamiento cósico-especular de los significantes,   a los fenómenos de seducción escópica, al simulacro de los semblantes, a las escenificaciones actuadas, a las mímesis y a  las falsificaciones de las apariencias.
 Debemos consignar tal como lo hace Didi-Huberman (2004, pp.122-125) el doble régimen del funcionamiento de las imágenes, en tanto éstas operan tanto como imágenes-velo e imágenes-jirón: “Son a veces el fetiche y otras el hecho, el vehículo de la belleza y el lugar de lo insostenible, la consolación y lo inconsolable. No son la ilusión pura, ni toda la verdad, sino ese latido dialéctico que agita al mismo tiempo el velo y su jirón […] No la imagen- velo del fetiche, sino la imagen-jirón que deja que surja un estallido de realidad”.
Se entiende que el  si bien orden  imaginario bien vela y opaca la realidad, constituye a la vez un medio para acceder a la legibilidad del registro simbólico que lo determina  - constituido por  leyes, normas, mandatos, reglas explícitas o implícitas, costumbres, tradiciones, modos y  estilos- y que fuerza a  la renuncia del goce pulsional, y a la consecuente inscripción del sujeto en el discurso y en mundo del deseo.
Lo Real  consiste en el “núcleo duro traumático” que resiste a la simbolización, y que produce efectos en tanto resto imposible  de subjetivar, es decir, se trata de  un vacío en pleno  orden simbólico, núcleo no histórico, asiento residual de la Cosa materna –das Ding presimbólica, “producido” retroactivamente por la significación. Así escribe Zizek en relación a ese objeto real que no puede ser objetivado ni dominado (1992, p.234): “ La fórmula lacaniana para este objeto  es objeto petit a, este punto de Real  en el corazón mismo del sujeto  que no puede ser simbolizado, que es producido como un residuo, un remanente , un resto de toda operación significante , un núcleo duro que incorpora la aterradora jouissance, el goce , y como tal, un objeto que simultáneamente nos atrae y repele – que divide nuestro deseo  y nos provoca por lo tanto vergüenza”. De modo tal que el sujeto es una “respuesta  de lo Real” , dado que se organiza como  escindido  frente a su  propio punto de imposibilidad traumático,   conformado  por las representaciones  fallidas que devienen  del límite, que siempre  impone la no consecución del objeto que lo causa . 
Lo Real  es el imposible goce, que tiene estatuto de objeto, y que produce en determinadas circunstancias  –signadas por la forclusión del significante del Nombre-del-Padre-,    efectos patológicos  de retorno en la realidad subjetiva, tal como lo evidencian las voces obscenas del Superyó, las lesiones psicosomáticas y las alucinaciones. Entonces lo que no logra ser simbolizado retorna en lo real, tal como acontece con las metáforas literalizadas en las psicosis, y los núcleos irreductibles a la metaforización en las perversiones, los  que dan cuenta de una fallida inscripción de la castración.
La metapsicología clásica de Freud encuentra en los tres registros un renovado modo de formalización, que no la cuestiona sino que la recrea en sus fundamentos. Así a partir de Lacan se pueden teorizar con mayor rigor los conceptos de acto, acting  y pasaje al acto, de modo tal que el acto supone la asunción del propio deseo, que deriva en un efecto de sujeto; el acting implica una salida reversible del registro simbólico, siempre con una intensión mostrativa al Otro; y el pasaje la acto conlleva la caída irreversible del orden simbólico, dada una fuerte identificación del sujeto con el objeto a, tal como lo evidencia de modo ejemplar el suicidio melancólico.
La lectura de los fenómenos clínicos, a través del esquema que nos ofrecen los tres registros en su anudamiento nunca del todo dialectizable,  da cuenta de entre otros efectos : de los simulacros, imposturas  y compensaciones imaginarias que derivan de  las identificaciones miméticas especulares, propias de las personalidades como si ;  de  la conformación de los pactos simbólicos  así como de sus desvíos perversos  en la  vida erótica; y de los retornos de las ficciones simbólicos en el  plano real , tal como se observa en las políticas de goce.



Bibliografía
Didi-Huberman, G.: Imágenes pese a todo, Barcelona, Paidós 2004
Freud, S. (1914): Introducción del narcisismo. Bs. As. Amorrortu Editores, XIV, 1979
-: (1923): El yo y el ello. Bs. As.  Amorrortu Editores, Bs. As. AE,   XIX, 1979
Zizek, S.: El sublime objeto de la ideología.  México, Siglo Veintiuno Editores, 1992

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